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Un Feminismo para Todas

Por Sofía Castrejón y Margaux Gallais

14 de junio, 2022

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El pasado 2 de mayo, la justicia estadounidense se pronunció sobre el caso Johnny Depp-Amber Heard y condenó a esta última a pagar 15 millones de dólares por daños y perjuicios al actor, tras los comentarios que hizo en un artículo del Washington Post. En este texto publicado en 2018, lo había acusado de violencia doméstica, lo que el juez consideró difamatorio. En un momento en el que el movimiento #MeToo ha liberado las voces de las víctimas, hay quienes se preguntan si el resultado de este juicio podría suponer un retroceso en cuanto a la escucha y confianza en las denuncias de violencia que sufren las mujeres. Se retiraron cientos de denuncias y los medios de comunicación fueron implacables durante todo el juicio: para algunos, este proceso judicial marca el fin del movimiento #MeToo y empaña gravemente el movimiento feminista que, hasta ahora, no había dejado de crecer. 


En efecto, desde el apogeo de este movimiento en 2017, la lucha por los derechos de las mujeres había cobrado impulso. De acuerdo con la empresa estadounidense Harris Interactive, el 50% de las mujeres de entre 35 y 49 años se consideraba feminista en 2014 frente al 66% de 2018. A pesar de los avances en la condición de la mujer en todo el mundo, el feminismo parece seguir siendo relevante en una sociedad donde persisten las agresiones, la violencia sexual y las diferencias salariales. Sin embargo, ¿cómo se expresa esta lucha universal en diferentes partes del mundo y cómo afectan las diferencias culturales y ambientales a la forma de ser feminista en cada país? ¿Qué significa ser mujer en Asia, Europa y América Latina, y cuáles son las diferencias resultantes en la lucha por la igualdad? 

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La Esencia del Feminismo

Desde el inicio de las movilizaciones feministas se han visto reflejados sentimientos y discursos en torno a la representación, la igualdad de oportunidades y la reconceptualización de la identidad femenina. La profesora especialista en género y feminismo decolonial, María Paulina Rivera describe al feminismo como “un movimiento social que tiene su origen hace aproximadamente unos 200 años y que se ha transformado de gran manera”. Existen múltiples tipos de feminismo, liberal, decolonial, queer, postestructuralista, ecológico, etc., pero el núcleo común del movimiento tiene que ver con “poner el acento en que históricamente se han marginalizado a diversos grupos, uno de ellos, las mujeres, y cuyo objetivo es tomar al género como una categoría analítica, aceptar las diferencias que se han impuesto socialmente y buscar políticas para tratar de que exista una igualdad, como diría Bell Hooks, para terminar con la opresión sexista”. 


La marchas del 8M por el Día Internacional de la Mujer en México se han convertido en un movimiento controvertido y discutido tanto por su violencia como por la presencia simbólica de las opresiones vividas. La marcha, así como el feminismo mexicano, han sido recibidos por miles de mujeres pertenecientes a todas las dimensiones sociales y económicas del país. Sin embargo, algo que destaca de estas interacciones es el creciente interés y participación de mujeres jóvenes y estudiantes universitarias. Este interés de las jóvenes por integrarse a los temas de género, violencia y discriminación parece, incluso, ser compartido y observado como un fenómeno internacional que se vive desde diferentes perspectivas y trincheras. Magdalena Cortéz, académica de la cátedra UNESCO para la Alfabetización Mediática e Informacional y de Diálogo Intercultural (AMIDI), identifica que este fenómeno para las mujeres otorga una perspectiva de unión y de cooperación que promueve la lucha por cambios importantes. Ella escribe: “porque fuimos tantas y tan diversas, de todos los cuerpos, todos los tonos de piel, el iris y el cabello. Con diferentes historias, orígenes y batallas interiores, pero todas unidas bajo la misma lucha en torno a una opresión que compartimos en carne propia” (Cortez Valladolid, 2020). A este tipo de unión feminista se le conoce como feminismo intercultural.


El feminismo de diálogo intercultural es la rama del movimiento que busca enfrentar y compartir diversas cosmovisiones con la finalidad de acercar y lograr mecanismos de unidad y de lucha en contra de las opresiones y la violencia de género. María Paulina Rivera menciona que “lo intercultural es muy importante porque el feminismo ha caído en una contradicción, busca ser un movimiento para dar voz y liberar las voces oprimidas…que se ha vuelto profundamente excluyente y hegemónico”. Genera un diálogo de diversas cosmovisiones y saberes que desde el feminismo se buscan. “No necesitamos homogeneizar a las personas o partir de la noción de que todas las mujeres son oprimidas de la misma manera por el patriarcado, necesitamos empezar a tejer estos diálogos entre diversas perspectivas y opiniones donde se cree un sentimiento de comunidad y solidaridad no basado en partir de una misma opresión sino respetando estas diferencias”.


En la actualidad, a las movilizaciones en torno al género y al papel de la mujer se les conoce como la cuarta ola feminista. Esta “oleada” tuvo sus orígenes con el surgimiento del movimiento #MeToo y las más de 40 denuncias al productor Harvey Weinstein, en 2017. Ademas, se caracteriza por tratar temas alrededor del acoso, el feminicidio y la despenalización del aborto. Las primeras manifestaciones se dieron en el marco de la llegada del presidente estadounidense Donald Trump y, a lo largo de Latinoamérica, con el performance chileno “Un violador en tu camino”, que se replicó tanto en México como en Francia y la India. La contribución de México a las movilizaciones de la cuarta ola fue el paro nacional denominado “un día sin nosotras”. 


Para 2018, la cuarta ola se transformó en el movimiento de “La Marea Verde” que, bajo la insignia de un pañuelo verde, buscaba la despenalización del aborto en Argentina. Rápidamente, la lucha se radicalizó en diferentes lugares del mundo, obligando a los gobiernos e instituciones a pronunciarse en cuanto a reformas y derechos. La cuarta ola del feminismo se ejemplifica por su activismo presencial, así como su trascendencia en línea y otros espacios sociales. La propuesta del feminismo intercultural o multicultural se trata de compartir, así como de encontrar mecanismos para trabajar desde diferentes perspectivas y privilegios. 

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Ser mujer en Francia: "Todavía sufrimos mucho sexismo.”

Para Manon Nuer, una estudiante francesa de 21 años, las mujeres de su país siguen enfrentándose a dos extremos: "Puedes tener una muy buena calidad de vida, independencia y woman power, como también ser seguida, mirada por los hombres en la calle o, incluso, asesinada.  Aunque la moral tiende a evolucionar en un país donde, según ella, "la nueva generación intenta cambiar las cosas", las mujeres siguen chocando con un patriarcado muy presente. Chistes subidos de tono, diferencias salariales, violaciones y agresiones sexuales, en Francia "los hombres siguen teniendo cierto poder sobre las mujeres", lamenta Manon.


Interiorizado o no, las mujeres francesas -y de todas partes- siguen siendo objeto de mucho sexismo: "hay que entender que no sólo los hombres son sexistas", dice. Por eso, es categórica: "todo el mundo debería considerarse feminista". En Francia, el movimiento feminista parece un combate cotidiano aprobado por la mayoría de la población y sobre todo pacífico. Marchas pacíficas y mixtas, collages en las calles, ministerios encargados de la igualdad, las francesas libran una batalla constante, pero a menudo inaudita.  


Actualmente de intercambio universitario en Ciudad de México, Manon admite que tenía algunas ideas preconcebidas sobre México antes de llegar: "Me sorprendió positivamente. Las mujeres mexicanas que conocí aquí son muy independientes y se atreven a hacer oír su voz. Están dispuestas a luchar y gritar por sus derechos”. Sin embargo, añade, "aún quedan muchos problemas por resolver aquí, como el enorme número de feminicidios". De hecho, en México se producen unos mil casos de feminicidio al año, frente a un centenar en Francia, según la revista francesa TV5 Monde. Según ella, esto explica la forma "más violenta" y "más extrema" en que las mujeres mexicanas luchan por sus derechos.


La percepción del feminismo en Francia para las mexicanas se observa como parte de un proceso histórico en cual van más adelantados. “El hecho de que tuvieran muchas guerras, obligó a las mujeres a unirse rápido a la fuerza laboral para que el país no muriera (...) yo creo que eso ayudó a impulsarlas para obtener derechos antes”. María José Nieto, feminista mexicana, comenta que algo que ha observado en la actualidad es que se está comenzando a hablar en Francia de violencia de género como feminicidios. Ahora con mayor regularidad se ve que hay un problema invisible de violencia doméstica de lo que muchas francesas hablan y que, sin embargo, no es atendida por su gobierno. 

Percibe que el Estado francés permanece indiferente respecto a esta violencia porque en lo general ya han alcanzado suficientes espacios de equidad, como es la vida laboral. “Lo difícil de su lucha es que están bajo la fachada de que viven en el primer mundo, o sea el mundo desarrollado, y en ese mundo no debería haber esa violencia”. La noción mexicana es que es una lucha en donde aún hace falta que se sigan escuchando sus voces sin que se  revictimice a las mujeres francesas.

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Ser mujer en Corea: "Un papel de "entrega" desde la infancia hasta la vejez".

En la experiencia de Jiwon Lee, una estudiante coreana de 21 años, a las mujeres coreanas se les asigna un papel de "dedicación" desde la infancia hasta la vejez: "Mucha gente espera que las mujeres coreanas sean buenas hijas, que se comporten de forma simpática con sus padres y que ayuden en las tareas domésticas (...) y, cuando crecen, los hombres esperan que se casen y se conviertan en madres y esposas abnegadas que trabajen al mismo tiempo", dijo. Además de las elevadas expectativas de comportamiento a las que tienen que hacer frente, las mujeres coreanas también se pasan la vida lidiando con unos estándares de belleza muy agitados. Pelo largo y negro, piel muy pálida, rasgos finos y un cuerpo esbelto: todos los atributos sin los cuales una mujer no puede ser considerada "bella", en un país donde la cirugía plástica se ha convertido en algo casi habitual. "Las mujeres tienen que ser bellas, los hombres sólo tienen que estar presentables", dice Jiwon. Así, para esta coreana, el feminismo representa la posibilidad de liberarse como mujer que no encaja en las expectativas de su país: "Como mujer que fuma, tengo mala reputación en mi país. La gente me pregunta por qué hago esto si soy una mujer. ¿Por qué los hombres pueden fumar y nosotras no? Para mí, ser feminista es romper esas reglas absurdas que la sociedad nos impone como mujeres”, explica.


Para Jiwon, que ya ha pasado cinco meses en México, las mujeres mexicanas parecen ser más libres para participar en actividades feministas que en su país: "Durante el día de la mujer, fui al Zócalo y pude ver a mucha gente protestando. En Corea, también tenemos protestas de este tipo, pero no pueden ser tan grandes debido a los defensores antifeministas que las impiden", compara. 


La idea del feminismo en Corea del Sur, desde una perspectiva mexicana, se observa como algo bastante alineado a lo que comenta Jiwon, como una cultura donde históricamente se resaltan los valores confucianos donde el orden y la abnegación son importantes para el bienestar colectivo. Para María José, el feminismo en Corea se presenta en lugares como el arte o la literatura, donde las protestas y las movilizaciones aún no alcanzan a permear en las agendas políticas, como en el caso latinoamericano. Ella dice “a pesar de que tengamos un paralelismo, ellos tuvieron su tiempo de gobierno autoritario o dictadura y en México también, digamos que aquí habla mucho de cómo son nuestros movimientos ahora”. 

Para México, se entiende que el feminismo surcoreano parte desde un lugar más pacífico, debido al profundo respeto que se tiene tanto de los valores tradicionales como de las jerarquías sociales que quizá en México se desvanecen con mayor rapidez debido a la gran diversidad cultural y etnográfica de la población. 

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Ser mujer en México: “Una vida difícil”

Cuando se asume que en México la estadística respecto a la violencia contra la mujer nos arroja cifras impactantes y desconcertantes, además de un sistema de gobierno que es sobrepasado por una violencia general y que no puede resolver todas las inquietudes de la ciudadanía, resulta comprensible observar la radicalización de los movimientos feministas de los últimos años. Las cifras de feminicidios en el país respaldan el miedo y la incertidumbre de las mujeres mexicanas en cuanto a vivir una vida plena. 


Al preguntarnos, ¿cómo es la vida de una mujer mexicana?, estamos conscientes que es imposible hacer una generalización. La experiencia y corporalidad de cada mujer siempre será diferente respecto a otras. Sin embargo, al platicar con María Paulina Rivera y María José Nieto, ambas mujeres feministas, pudimos resumir la experiencia en la palabra ‘difícil’. María José dice “yo considero que es una experiencia en donde todas las mujeres experimentan un tipo de opresión, donde también existe una intersección con la clase y el nivel socioeconómico, porque no va a sentir lo mismo una mujer indígena que una mujer que tuvo acceso a educación privada o acceso a internet. Creo que, además de que es difícil, ya que existe este tipo de diferencias socioeconómicas, también existe una violencia constante y sistemática en torno a las mujeres”. Ella comparte que aunque la experiencia femenina es algo bello, en México se ha llegado a un punto en el que la violencia de género te hace sentir como mujer impotente y triste. Sobre todo, cuando existen casos como el de Debanhi. 


La experiencia del feminismo en México tiene un fuerte vínculo con la clase social; sin embargo, en los últimos años, el movimiento se ha fortalecido por la gran diversidad que existe entre mujeres cuyo punto de encuentro es la violencia sistémica. Lo característico de la violencia de género es que deviene de diferencias estructurales entre hombres y mujeres. En México, María José identifica que las principales diferencias vienen de los espacios laborales. “Tomando en cuenta que acabo de egresar, me he dado cuenta que los hombres tienen una mayor facilidad para empezar su carrera con un mayor salario (...) a las mujeres si se expresan muy fuerte, son mandonas o son unas perras y un hombre no, un hombre es un líder”.  Dentro de estas diferencias de género, ella observa grandes problemas en lo que respecta a la percepción de la sexualidad. Para las mujeres la ropa define su valor sexual, mientras que eso no parece afectar dentro de la dinámica masculina. 


“Los hombres viven en un privilegio en que a veces ellos no saben que viven”, asegura. En México, los hombres pueden salir a caminar, sin necesidad de un perro grande o sin llevar llaves entre sus manos, sin miedo a que les griten piropos o los acosen en la calle. Las diferencias culturales en México resultan impactantes cuando se contrastan con las cifras de violencia y discriminación. Es por eso que el feminismo mexicano, para María José, es definido como una lucha en la que las mujeres adquieren derechos que generen una reconceptualización de las mujeres como personas o seres humanos. “Muchas veces pasa que dentro del sistema las mujeres no estamos consideradas como tal, como personas, sino como un accesorio”, señala. El movimiento feminista debe potencializar el reconocimiento y el devolver valor a las mujeres y sus experiencias. 


La percepción del feminismo en México es una cuestión que depende de la región del país y la cosmovisión en la que te encuentres. En algunos lugares habrá mayor aceptación que en otras partes de la república. Sin embargo, aún se percibe como un movimiento con connotaciones negativas. “Las feministas locas que van y rompen y rayan”. Esta visión negativa existe debido a fuertes influencias respecto a los roles de género en espacios públicos como las redes sociales y la política. Sin embargo, dentro de nuestra investigación, la manera de luchar de las mujeres mexicanas se percibe como algo admirable y valiente de parte de otras mujeres en el mundo, como Francia y Corea. En México, el feminismo se percibe como si fuera la antítesis de la masculinidad, pero el recibir y escuchar el respaldo de otras mujeres permite que se entienda como un movimiento que debe mantenerse latente dentro del panorama del feminismo a nivel internacional.

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“Estamos en un sistema patriarcal que hace del género una debilidad.” - María José

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Aquello que tenemos en común...

No cabe espacio a dudas de que en el mundo las mujeres se enfrentan con diferentes retos respecto a su papel en la sociedad. Mientras en Europa las mujeres empiezan a llevar su lucha dentro de los espacios domésticos, en Asia las mujeres están asumiendo que su identidad debe empezar a permear en todos los ámbitos de lo social.  De igual manera, en México como en Latinoamérica queremos que nuestros cuerpos reciban justicia y que la sangre se detenga. Las luchas y los privilegios podrán ser diferentes, pero eso no prioriza o inválida los movimientos, al contrario, les da eco y validación. Gracias a las diferencias, las mujeres encontramos réplica o, incluso, experiencia. De las francesas hemos aprendido a que recibir un trato laboral digno no limita que en otros espacios se lleve una vida plena. Mientras tanto, de la cosmovisión surcoreana hemos podido observar que existe una creatividad respecto a los lugares de enunciación, a los que las mujeres podemos acceder y que aunque sean luchas pequeñas a comparación a los movimientos en México, están comenzando a cambiar el mundo y su sociedad. Que romper las reglas también está bien.


De lo latino, quizá podamos aprender  que la lucha trasciende del cuerpo a las paredes pintadas y los pañuelos amarrados. Hoy, cada una resiste como puede, pero resiste. Lo importante de la realización de este reportaje es comprender que hablar de feminismo intercultural nos permite visualizar la experiencia y la resistencia de otras. Que no estamos solas y que dentro de nuestra esfera aún podemos encontrar soluciones desde otras perspectivas. Que es vital poner en nuestro campo de atención las movilizaciones feministas o de mujeres que están ocurriendo en otros lugares para seguir trabajando por un mundo en donde exista solución a problemas como la igualdad, la violencia, la representación, la discriminación y la inseguridad. 

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